Un poco del contexto: Los periódicos han sido desde la revolución francesa el eje de las organizaciones y las luchas políticas. En la Declaración de los Derechos del Hombre se establecía que la libre expresión de las ideas y opiniones era uno de los derechos fundamentales del individuo. Hasta las revoluciones de 1848 ese derecho era casi exclusivamente burgués en el sentido que el acceso a la prensa requería, casi sin excepción, instrucción y propiedad. A partir de ese momento las capas no burguesas, especialmente los trabajadores, ingresaron a la política y sus instituciones fundamentales. Se produjo entonces, una ampliación del público, transformando el sentido de la prensa.
La prensa, y en particular, los periódicos cumplían con las funciones de aglutinar y organizar a los grupos y partidos políticos, difundir y fijar las ideologías, a la vez era un formidable medio para confrontar y polemizar con otros grupos y partidos. Por lo tanto, el periodismo ayudaba a construir un liderazgo político influyente en la sociedad. Se construye como un representante del país y sus ciudadanos.
Con la inauguración del primer servicio telegráfico a Europa (1877) en el país, más el proceso de expansión económica y diversificación social, se produjo un gran crecimiento de medios gráficos, que en su primera etapa no se destacaba por la cantidad de tiradas, sino por la cantidad de títulos editados y amplitud temática.
Este mercado creciente atrajo la llegada de inmigrantes y gracias a los procesos de alfabetización, hacia 1900, se había conformado un amplio campo de lectura popular: Se incorpora al hombre común a la lectura.
Anarquistas y socialistas percibieron la profundidad de este proceso.
Además de los progresos de alfabetización, los anarquistas contaban en Buenos Aires con dos condiciones para difundir y desarrollar su labor editora: Por un lado, la facilidad para editar y circular debido a los bajos costos de impresión y venta. Por otro lado, la libertad de prensa que permitía expresar ideas consideradas peligrosas en algunos ámbitos de las esferas gubernamentales y de la élite. A diferencia de la prensa política de las ultimas décadas del siglo XIX, la prensa anarquista pudo circular con relativa libertad, debido a que se dio en un momento en el que la mayoría de los diarios eran de carácter faccioso y partidario. La prensa anarquista estaba siempre al borde de lo permitido, pero en este contexto podía criticar duramente a sus enemigos.
Esta situación empezó a modificarse luego de las huelgas de 1902. Cuando el discurso anarquista coincidía con lo que pensaban los trabajadores, las autoridades empezaron a limitar la circulación y a recurrir a la censura. Se consideraba a la prensa subversiva como promotora del malestar social. A medida que los conflictos se extendían, crecía el consenso en el gobierno sobre la necesidad de poner límites a la circulación periodística.

Finalmente, tenían una visión binaria de la sociedad: Burgueses concebidos como explotadores, por un lado, y obreros explotados, oprimidos, que no lograban reaccionar, por el otro. Estos discursos terminaban con afirmaciones de carácter retórico, que buscaban incrementar el impacto emocional, a través de llamados a los trabajadores a incorporarse a la causa revolucionaria.
Sin embargo, la multiplicidad y edición simultánea de publicaciones, dispersaba el esfuerzo pues no ampliaba el público, sino que restaba lectores a otros emprendimientos, esto derivaba en la precaria existencia del conjunto de la prensa anarquista. No había una dirección centralizada y unificada, sino que había una gran variedad de posturas. Es decir, había un predominante individualismo, y no se tenía en cuenta las necesidades del conjunto.
Los problemas en la distribución tan solo empeoraban esta situación. La falta de regularidad y escasa duración de sus publicaciones, que dependían de las suscripciones del público (incluso era conflictivo establecer las listas de suscriptores), eran otros factores que contribuían. La falta de regularidad se debía también a la creciente persecución policial. Sino existía cierta regularidad, se perdían tanto lectores como anunciantes.
La prensa anarquista se encontraba en gran desventaja respecto a la prensa comercial, tanto en lo tecnológico como financiero. Si bien perseguían un fin ideológico diferente y no buscaban necesariamente una ganancia, estos ideales se complicaban frente a los costos de impresión, compra de papel, distribución, etc.
El movimiento anarquista, como proyecto cultural libertario, tuvo dos manifestaciones: De un lado, una presencia relativamente importante en el campo de lectura vinculado al trabajo. Por otro, una vida compleja, marcada por la presente desaparición.
Adjuntamos un vídeo para ampliar el tema: Movimiento anarquista. Contexto y repercusiones
Material para consultar: Rol de la prensa en el movimiento anarquista, por Luciana Anapios
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