Contexto 1930/1932
Francisco Uriburu creo el diario La Fronda, en 1919. Desde sus páginas se produjeron críticas hacia el radicalismo irigoyenista, que se calmaron con la llegada de Alvear a la presidencia. Sin embargo, con la nueva victoria irigoyenista en las elecciones de 1928, el diario se acercó cada vez más a la extrema derecha. El quiebre definitivo de la postura democrática conservadora de La Fronda se dio con el apoyo al golpe de estado del 6 de septiembre de 1930, en el que participó el primo del creador del diario, Felix Uriburu. La Fronda pregonaba la instalación de un gobierno autoritario.
Cumplido su objetivo, Francisco Uriburu dejó en libertad de acción a sus periodistas, que tendrían que defender el gobierno surgido del golpe militar, pero en el fondo no renunciaría a fijarle su rumbo editorial: Uriburu quería dejar de lado las estridencias a las que había llegado el diario, en su combate contra el radicalismo.
Aunque las intervenciones de Uriburu en el diario fueron escasas, a pesar de ser su creador, hay matices que diferenciaron su postura de la adoptada por los redactores. Por ejemplo, en cuanto al carácter de la revolución. Uriburu la definía como una "revolución civil y militar", mientras que el diario destacó la importancia de "los civiles desarmados".
El creador del diario minimizó la componente cívico del golpe, atribuyéndoselo todo al general José Felix Uriburu y su "logia revolucionaria".
La Fronda legitimó y apoyó todas las medidas implementadas por el gobierno militar, tales como las limitaciones a las libertades individuales y a la libertad de imprenta y prensa. El diario también legitimó la vigencia del estado de sitio, encontró razonable la implementación de la Ley Marcial, ya que permitía operar "supresiones radicales" y recomendó al gobierno aplicarla sin restricciones.
Sin embargo, la adhesión de La Fronda al gobierno autoritario la envolvió en las mismas indefiniciones que habrían de caracterizar al régimen de septiembre. Creyó
que la reestructuración del régimen político debía pasar por la supresión de la
Ley Sáenz Peña, dado que la igualdad
política era “antinatural”, el sufragio universal era “un instrumento absurdo”, que debía ser suplantado por un “sistema de jerarquías” efectivo que evitara
una regresión histórica. La Ley Sáenz Peña había consistido en una revolución en sí misma, por medio de la cual “el
suburbio llego al gobierno”, la revolución del 6 de septiembre era la
contrarrevolución.
Para
La Fronda la
salida electoral debía estar subordinada a la reforma del sistema político. Algunas de sus propuestas consistían en:
- Fijar restricciones al sufragio (supresión del votante menor de edad, del desempleado, del delincuente, del analfabeto).
- Propuso la implementación del voto público y voluntario, ya que para ellos el secreto del sufragio era “un instrumento de mentira e hipocresía”. Se podía ejercer la manipulación.
- Destacó la necesidad de suplantar el sistema de lista incompleta, por otra modalidad no definida de representación.
En enero de 1931, el Partido Conservador Bonaerense
proclamó su solidaridad con el gobierno provisional y su voluntad de fundar y
liderar un partido nacional identificado con los valores y los objetivos de la
revolución, entre los que incluía la reforma de la Constitución. La Fronda
celebró la decisión del partido de abandonar “la tendencia
izquierdista-demagógica” que había ostentado hasta entonces para encolumnarse
tras el gobierno.

La Fronda insistió en la modificación de la legislación electoral: voto voluntario, público y calificado, exigencia del documento de identidad, certificado de buena conducta, etc. También alentó a la creación de una liga de patriotas armados, que estén dispuestos a contener el avance del radicalismo. Esto derivó en la creación y reconocimiento de la Legión Cívica Argentina, una organización paramilitar que actuaba como fuerza de choque al servicio del gobierno.
El diario aconsejaba instaurar un gobierno militar y reiteraba la propuesta corporativa de Uriburu, de un sistema que asegurara "gobiernos jerárquicos". Pero estas innovaciones carecían de apoyo en la opinión pública y en el mismo ejército.
El gobierno tuvo que aceptar la realidad y empezar a adaptarse, pero La Fronda se negaba a reconocer la imposibilidad de un régimen militar, rechazaba a Alvear (con quien Uriburu buscó establecer un acuerdo no irigoyenista para frenar al general Justo, que contaba con vínculos en los partidos) y se negaba a la reimplantación de la democracia de partidos.
El gobierno propuso una limitada reforma de la constitución, pero esto provocó rechazo en los partidos políticos.
A pesar que el gobierno decidiese, finalmente, vetar las candidaturas de personas vinculadas al régimen previo al 6 de septiembre, y ordenase la detención de aquellos que participaron en el levantamiento, incluyendo de esta manera a Alvear, estas acciones no hicieron más que garantizarlo como líder de la UCR, con el apoyo ahora de Irigoyen, y definirlo como candidato natural de la agrupación para la Presidencia. Como consecuencia, se buscó neutralizar esta candidatura, aludiendo que no había pasado un período completo desde la finalización de su mandato. No obstante, las trabas impuestas al radicalismo dejaron el camino libre a la candidatura de Justo.
La Fronda tuvo que reconocer el contexto del momento; aceptar su poca influencia en el gobierno, y empezar a moverse hacia una actitud prudente, para no quedar mal parado ante un eventual apoyo oficial a la candidatura de Justo.
Finalmente, Uriburu tuvo que inclinarse por el que consideraba un mal menor, factor que definió la consagración del general Justo.
Material para consultar: ¿Un fascismo argentino? Por Juan Luis Carnagui
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